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Gustavo Collini Sartor |
“Estoy acá para contagiar una verdad”. Así inició el
butohka Gustavo Collini Sartor la reciente conversación convocada por el área de Oriente y Artes del Espectáculo del Instituto de Artes del Espectáculo de la UBA.
“Mi maestro Kazuo Ohno decía que vivimos con muchas estacas de madera clavadas en la carne. Esas estacas son las dificultades de la vida. Trabajar la danza
butoh es ir sacando esas estacas para que la energía circule por la carne”.
Le preguntamos por qué el
butohta se pinta el cuerpo de blanco:
“Se busca un cuerpo neutro. Es la caída del ego”, nos respondió.
La caída del yo entraría en contradicción con la exploración de la subjetividad, con el
danzar la propia danza que está en la base del arte del
butoh, apuntamos. “Hay que aceptar la paradoja, sostiene Collini. Cada uno viene con una danza, con un mapa del alma. Se procura encontrar el mapa dentro de uno, la propia danza, para luego llevarlo a lo metafórico y lo universal”.